AGUSTÍN TISSERA GRAFEUILLE: El Delfín que cumplió sus sueños en el béisbol de Italia

Pocas cosas dan tanta satisfacción a un club y su
entrenador, que ver trascender sus deportistas. Agustín Tissera Grafeuille
surgió en el Club Dolphins cordobés y recaló en el Macerata Angels de Italia.
No le fue
fácil, pero su historia vale la pena contarse, pero desde el principio. Desde que se animó a soñar en una plaza de barrio Los Plátanos. Y ver hasta dónde llegó.



Inicié a jugar al béisbol a la edad de 7-8 años. En el
barrio Los Plátanos teníamos un grupo de amigos que nos juntábamos en una plaza
con un cuadrado de cemento y un mástil al medio
; al fondo había un pirca de cemento
que atravesaba casi toda la plaza y simulaba casi perfectamente una cancha de
béisbol. Éramos 12 o 13 y nos juntábamos casi todos los días a jugar al béisbol
o a lo que se asemejaba. Yo era el más chico de ese grupo . Un día nos
enteramos que en el club Alas Argentina (que en ese momento era de los socios
del barrio) tenía un equipo de béisbol federado con casi todas las categorías.
Ahí me inicié con el ‘profe’ Manolete y Rodrigo Bruera (ahora entrenador de
Arias), dos grandes personas y con unas ganas terribles de trabajar. Entrenábamos
en un rectángulo de 40 x 150 m atrás de una cancha de fútbol, había una jaula
de bateo y más nada pero con eso se era feliz en ese entonces”, cuenta Agustín
sobre sus inicios.



Al poco tiempo el club se disolvió en casi todas las
categorías y estuve un año sin jugar hasta que recibió la llamada de Dario Martin
para ir a jugar un nacional a Salta con Dolphins. “No lo dudé ni un segundo,
llegamos a Salta y salimos campeones. Y gané el premio de mejor tercera base
sin haber jugado por casi un año
”. Agustín se integró al equipo y durante esa
temporada no perdieron un partido. Fueron campeones nacionales, y perdieron la
final del Sudamericano en Perú.



“Darío y MaJo (Majul) siempre me dieron todo, la confianza,
un lugar en su club como si hubiera nacido ahí”, destaca. “Tomaba el Central
verde en la Santa Ana y me bajaba en la última parada en el hospital Rawson y caminaba
hasta Majul Hogar para que Darío nos lleve a entrenar. A veces esperaba hasta
una hora sentado , y a la vuelta me llevaba hasta plaza España y de ahí
caminaba hasta 27 de abril. Llegaba de noche y muerto pero con una satisfacción
increíble.
Era mi cable a tierra y claro, con todo lo que hacían Darío y MaJo
por mí, era incapaz de fallarle”, agrega.



-¿Qué fue lo que te
atrajo por encima de otros deportes?

-
El béisbol es un deporte muy atrapante, tiene sus situaciones de juego en
las que en una jugada podes ser un héroe o el villano. Es un juego a prueba y
error. Fue el primer deporte que jugué y eso fue lo que mató a otros deportes.
Veo al béisbol como un deporte en el que te puede pasar de todo y nunca lo dejás
de aprender. Eso lo hace lindo y muy atrapante.



-¿Cómo se dio tu
transferencia a Italia?

-
Mi transferencia a Italia fue toda una aventura. Fue mi sueño desde que
era chico. Mi mayor ejemplo a seguir fue Martín Mondino. Me pasaba el tiempo
entrenando y mirando todos sus movimientos en defensa y al bate. “El Chupa” y Rodrigo
Bruera jugaban en Italia y siempre volvían en octubre para jugar el famoso Nacional
de Dolphins. Cursaba 2° año del IPEF, tenía una moto que compre gracias al
sacrificio de trabajar en una pollería, freía papas, haciendo atención y más de
una vez salí en la moto a entregar el pollo en medio de la villa. Por supuesto que
mi papá y mi hermano me prestaron dinero. Me entrenaba todos los días y no se
me iba el sueño de jugar en Italia. El mercado de jugadores argentinos en Italia
había caído y eso me tenía frustrado porque ningún club me atendía el teléfono. 

-Y llegó el momento.
-Un día hable con mis viejos y tome la decisión de vender todo lo que tenía e
irme. Así saqué un pasaje a Italia, me quedé dos meses en la casa de un amigo
de un amigo de mis viejos, Roberto Calamita y Luciana Apicozzi, ni siquiera lo
conocía. Vivía en un pueblo muy chiquito llamado Massa Fermana, no sabía el
idioma, estaba lejos. Este amigo me llevó a una de las ciudades más grandes de
la zona, "Macerata”. Tenía un equipo a punto de ascender a la serie A,
levantamos el teléfono, llamamos al presidente. Fui un martes a entrenar y me
quedé dos meses con ellos. Así la sociedad de Macerata Angels me dio la
oportunidad de jugar al otro año con ellos en serie A. Volví al siguiente año
con tantas ganas que termine 7° mejor bateador de toda la Liga y mejor bateador
del equipo con un promedio de bateo de .377 (133 turnos, 40 hits, 21 bb, 18
rbi, 6 dobles y 3 triples) y clasificando a los Play Off de la Liga.



-¿Vas a volver o a
quedarte allá?

-
Sí, vuelvo todos los años. Juego 6-7 meses en Italia  y vuelvo a Córdoba. Vuelvo principalmente
porque tengo un compromiso con la selección Argentina y con Dolphins en la que
también espero llegar lejos y cumplir metas y objetivos, y segundo que Córdoba
es mi lugar en el mundo, amo mi barrio, no me veo envejeciendo en otro lugar
del mundo que no sea ahí en Los Plátanos.



-¿Y qué lugar ocupa
Dolphins en ese lugar?

-
Es algo que no se puede explicar. Es una gran familia unida tirando para
el mismo lado. Sufrimos las malas, deliramos en las buenas, pero siempre por
nosotros. Jamás tuvimos nada regalado. Dolphins es llegar y ver al flaco Darío
tomando mates y siempre con una sonrisa, te recibe como si fueras no sé quién.
Te trasmite algo increíble, y de un momento para el otro te está cag… a pedo
adentro del campo de juego. Dolphins es eso, un club donde creo que pasé por
todos los sentimientos y te expulsa a cumplir tus sueños. Yo estoy acá (en Italia) cumpliendo mi sueño gracias a ese club y a Darío sobre todo. Todavía me acuerdo
cuando antes de salir a jugar una final de un Nacional que perdimos hace unos
años, en la arenga nos dijo: "si Dios, la Virgen y todos los santos están
hoy con nosotros, vamos a ganar y va ser hermoso. Pero si por alguna razón
perdemos yo voy a estar orgulloso de haber perdido al lado de todos ustedes".
Y con la piel de lija con la que escribo ahora y cada vez que me acuerdo te
digo: Dolphins es eso, puede ser el club más chico de Córdoba, pero con el
sentimiento más grande. Sin lugar a dudas.


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